
Siempre que escribo escucho música. En términos metafóricos decir lo anterior suena pretensioso. Lo que quiero decir y creo que así se entendió fue que, digamos, estoy haciendo la comida, por ejemplo hoy, yo y mi fiel fiebre de Malta (unas sencillas pechugas de pollo empanizadas. Lo más difícil, con mis dolencias, fue atrapar las gallinas en el corral). Puse música en el pequeño equipo de audio de la casa y mientras molía galletas saladas para empanizar la carne (ya después, pero mucho después encontré el pan molido) cantaba o tarareaba rolitas de Javier Solís, Pink Floyd, Silvio, Manu, Serrat, Pérez Prado y Caetano Veloso. Cuando llegué a la quinta pechuga sobre el fuego (aquí pensé en escribir un libro que se llame así: Fuego lento, o La lentitud del fuego. Lo pensé mientras probaba la blandura de los frijoles que tienen toda la mañana sobre la lenta llama de la estufa. Pensé: escribir unos poemas sencillos y sabrosos como un plato de frijoles cocinados a fuego lento), y entonces me dieron ganas de escribir. Pero esto de escribir cuando estoy haciendo otras cosas es un truco viejo en mi vida. Lo que en realidad quiero hacer es tirarme en la cama con el pretexto de escribir y luego divagar, dormirme, ver la tele, una película y nada de que escribo. Siempre me digo: mejor al rato escribo, cuando esté más relajado, cuando piense mejor lo que voy a escribir. Pero ahora no caí en el truco y después de terminar la cocinada (y la cochinada de cocina que quedó) vine aquí, AQUI, a escribir esto que escribo y la música aquí a mi lado, fiel, como mi fiebre de malta, acompañando mis frases con grandes influencias del siglo de oro. Pienso otra vez: ¿pero será esto pensar? ¿será la fiebre? Veo hacia el jardín donde corretean los siete cachorros a su madre, quien ya está harta de amamantar y también veo cómo tiemblan las rosas florecidas por un leve viento (¿o estoy temblando y mis escalofríos los proyecto?). Respiro y algo dentro de mi pecho se atora y no es, lo aseguro, el amor. M., quien es el pequeño de la casa pero tiene el tamaño de un toro de 200 kilos, entra y me dice, ya vendí uno de los perros y me entrega un sobre con $1000 que seguramente irán a parar a las arcas de mi médico de cabecera. Se va otro cachorro y su madre Camila lo mira despedirse con la traducción de M.: ya se va, dile adiós, y Camila sabiamente sigue masticando sus croquetas.
M. se sienta en el cómodo sillón de la sala (y único) y sobre la mesa que hice-para-subir-las-patas está la postal que ayer llegó desde Wachinton D. C. de parte del matrimonio brasileño que conocimos mi esposa y yoni laboriel en Puerto Vallarta hace no sé cuántos sueños. Pues la gentileza brasileña nos alcanzó hasta acá, en la realidad de nuestros días. M. en el sillón toma la postal e intenta leer lo que dice. Todo en portugués y con letra casi ilegible. No sé portugués, aunque cuando estuvimos con Franklin y su esposa platicamos en español-portugués-inglés y con, sobre todo de parte mi esposa, mucha mímica, lo cual me hacía reír mucho y a mis amigos brasileiros les hizo pensar que yo era un muchacho muy alegre, y por lo tanto simpaticón. M. dice que la postal dice algo así como feliz navidad y algo así como que está bien bonito Puerto Vallarta y a ver cuándo pasamos por la casa. Yo me quedó con su traducción libre porque acá no conozco a muchos que le atoren al portugués. Todo esto lo cuento por un par de cosas. La postal está escrita con letra de doctor. Mi doctor se parece a Franklin, el brasileño. Me dieron ganas de escribir mientras estaba cocinando. No caí en la trampa de no escribir. Y mientras escribía escuchaba y lo sigo escuchando, la voz y la guitarra de Caetano Veloso, brasileño que me cura como si fuera también mi médico y a quien, sin saber su cantarín idioma, le entiendo perfectamente.
2 comentarios:
Ojalá que pronto puedan platicarnos de esa aventura en el mar que me suena a que me voy a reir mucho, kmo siempre con tus historias. Cuidate y que te mejores.
Lety, pues esta vez te fallaremos en cuanto a hacerte reír. Fuimos a un retiro matrimonial, ayunamos, nos confesamos y ahora somos felices, serios y responsables de nuestros actos como pareja. Les trajimos a todos sus escapularios. Pronto nos vemos.
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