viernes, 24 de junio de 2011

Debería dejar que se sedimente en el agua el peso de lo que voy pasando estos días. Dejar que caiga a su ritmo, a su tiempo, su recorrido de transparencia en la densidad del agua de lo que acontece.

Veo, todo el tiempo veo. Hace unas madrugadas el alacrán en el baño, frente a mí, en mis pies y el mensaje que no era veneno o este viernes la llovizna que cambia todo, incluso lo que uno no cree que cambia. Un día o un pasaje de redes por donde me pescan las palabras, donde las pesco. Nuevamente entiendo, aquí, sobre la fugacidad, sobre lo que ayer le decía (¿a quién era?) no puedo pensar más que desde la ilusión o la fantasía. Me veo todo el tiempo en un mañana, en un ayer, y es casi imposible que me vea aquí mismo, encendido, iluminado, sabiéndome. Pero lo que veo, o quiero ver lejos, en otros días, adelante o atrás, no es más que una perfecta fantasía y pues así hasta los Bukis o Lennon y Yoko o Disneylandia, o Sabina y su fantasía de “en mi casa no hay nada prohibido/ pero no vayas a enamorarte”. Y síguele.

¿y entonces cómo le hago para vivir sin fantasear, sin la ilusión respectiva, que infla todos mis actos?

Entonces aprender del juego, de la carrera que hago o el ejercicio del frontón, pelota y raqueta, esperando el vuelo, la dirección, ningún pensamiento, o sí, pero de otra categoría, un pensamiento blanco, natural, brotando casi sin registro cuando el cuerpo se ejercita. Llegar al juego bloqueando todo el pensamiento, el pensamiento social, domesticado, que apaga el espíritu lúdico. Correr por la pelota, brincar, jugar seriamente a que toda esa actividad tan primitiva es el universo. Porque lo es. En su tiempo esa pinche actividad tan ordinaria (si lo ves desde afuera) es el Universo donde vives. Entonces juego y me conecto con las fibras de unas corrientes de energía y cae en mí un regocijo, como orgásmico, placentero siempre si no quieres que me azote desde tan alto. Y entonces a medio juego, la irrupción que pregunta: ¿y si juegas tan bien, porque no aprendes de este juego a vivir bien? Y entonces lo que se sedimenta como que se revuelve y duele como nueva la confusión. Y síguele, a empezar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y si sale lo que uno escribe

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