jueves, 8 de mayo de 2008

Lecciones de una pelea callejera















En el pómulo la cortada

y la sangre que escurre en mi oponente

en mi humanidad -lo que queda-

la mandíbula adormecida

el maxilar rechinando a cada puñetazo

–días después masticar será imposible

aprendí si no de poesía

sí algo de ritmo

cuando venía el oleaje de golpes 

entre movimientos de  sombra

algo de mi propio aliento

saber llevar mi respiración como un danzante

como un músico que se prepara para hacer sonar el gong

algo de puntería aprendí

para colocar un chingadazo bien puesto 

en el cuerpo concentrado y neblinoso del oponente

ahora quiero que esto pase

cuando me ponga a escribir:

que la sangre florezca.

 

1 comentario:

bloggus dijo...

Recuerdo ese madrazo, cámara lenta, oponente y retador lentos, putazo bien dado, y costalazo. El mejor golpe para un aficionado a observar las peleas callejeras de su familia. Que madrazo. Todavía tengo el recorte del periódico y también tus libros de poemas. Aunque creo que más de un poema tuyo me ha dado un mejor madrazo. Recupérate carnal.

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