viernes, 15 de agosto de 2008

Un hombre en la oscuridad


1

Afuera llueve. Comenzó mientras todavía había sol. Alguna vez escribí un poema que hablaba de la lluvia en un día soleado. Era un pésimo poema. Salgo al balcón a ver la lluvia con sol. Las gotas brillan en su caída. Huele bien la tierra mojada. Hacía calor. Ya no. Volteo a la derecha, hacia donde es la ciudad y un poderoso relámpago cae entre los cerros.

2

Estoy en la cama. Son las siete y media de la tarde. Sigue la lluvia. Se ha ido la luz. Estoy en penumbras. Me he querido dormir, tomar una siesta. Mientras intento dormir el aire y la lluvia suenan en las hojas de la hermosa enredadera que crece por toda la barda del cuarto donde estoy. En las ventanas todavía hay luz de día. La siento en mis ojos. Los abro y sí, hay todavía luz. Sin levantarme enciendo la lámpara y la otra luz, la eléctrica, ha regresado. Es una tarde-noche con lluvia extraña. Es una lluvia como en oleadas. Retomo la novela que empecé a leer por la mañana, seis de la mañana (desperté y ya no pude volver a dormirme). Encuentro una frase que me ha gustado: “A veces miras a una persona como si la acariciaras”.

3

Estoy acostado, me digo, y tengo muchas cosas que hacer. Pero también necesito descansar. Podría descansar hoy. Mañana volver a mis trabajos. He tenido durante esta tarde amagues para dormirme pero por una u otra razón no he podido hacerlo. Una llamada de teléfono, pensamientos que quieren que los escriba para que me dejen en paz, preocupaciones. Quisiera estar en mi casa con mi mujer y no aquí ahora rodeado de lluvia y relámpagos. Quisiera, por lo menos, escribir algo decente, curativo.

4

La lluvia arrecia. La lluvia no deja, se me figura, que la noche aparezca. Son más de las nueve. Todavía hay luz solar. Caen muchos relámpagos. Se vuelve a ir la luz eléctrica. Este cuarto se ha cimbrado con las caídas  de los relámpagos. Me levanto de la cama. Voy a ver el espectáculo de la tormenta eléctrica. 

5

Ya es otro día. Llovió gran parte de la noche. Caminé bajo la lluvia rumbo a una tienda. Antes caminaba bajo la lluvia nomás porque sí. Ya no. Me da gripa.

Leí, luego estuve a oscuras sin dormirme, contándome alguna historia, trabajé un poco. Y trabajé porque necesitaba imaginar el mueble. Así que cuando hago esto tardo en terminar el mueble. No tengo modelos para el mueble que estoy haciendo. Y sé que hay miles de carpinteros y miles de diseños y que no podría llegar muy lejos en cuanto a la invención de un mueble (ni modo de hacer una silla sin respaldo: ya no sería silla sino banquito). Supongo que cuando estoy imaginando el mueble es porque quiero que sea un mueble particular. Mío, pues. No la marea generalizada de las cosas ya sin alma. Quiero que lo que haga, desde los actos cotidianos hasta las supuestas obras artesanales o incluso artísticas tenga eso que llaman alma.

6

Ya en el trabajo para subir este post, estas dispersiones bajo la escritura, que con la escritura me parecen otra cosa, bocetos de un orden que ahora no tiene. Leí en algún diario del narrador peruano, Julio Ramón Ribeyro, que él leía de una manera “coralina”, es decir, trato de acordarme, que leía de una manera caprichosa y que lo iba llevando de un autor a otro, por referencias que encontraba en el libro que en ese momento leía. Yo tengo esa especie de dispersión de lecturas. Me dejo llevar, perder por los otros autores, por sus señalamientos. Entonces sigo rutas que no conocía, por referencias que saltan de un libro a otro y que hacen un camino de lecturas hetereogéneas, dispares. De ahí el desorden en muchos aspectos de mi vida, de ahí esto que escribo y subo al blog, y donde antes de hacerlo encuentro la publicidad del libro nuevo de Paul Auster, Un hombre en la oscuridad, y entonces me digo, he encontrado el título para este post, porque un hombre en la oscuridad era yo ayer, anoche, cuando llovía y yo pensaba en la luz solar y en la eléctrica, y si eso apareció, entonces sigo ese camino.

 

 

2 comentarios:

J. Francisco Moreno . dijo...

La verdad es que me es agradable la lectura de tus post. Gracias Sergio.

sergio luna dijo...

No sabes, Francisco, el gusto que me da que te tomes el tiempo para leer mis tristes desfiguros. Y eso que todavía no saco la artillería pesada. Espérate tantito. Gracias, y un saludo hasta tu tierra.

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