Hoy estuve releyendo poemas de autores que tenía en el olvido. Cuando relees un libro es porque sabes que lo estás leyendo de nuevo. Es bueno el olvido en estos casos. La sorpresa viene como con otros colores en el mismo libro (aparentemente el mismo libro). Ganas me dieron de ponerme a sacar chispas en la computadora, emulando a esos poetas picudos. Al poco rato mis intentos poéticos fueron desbarrancándose. Me quedé mirando la mañana, el cielo sin nubes, el sol avanzando lento como una lagartija sobre los muros blancos. Me sentí a pesar de mis constantes fracasos a la hora de escribrir, casi feliz.
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