Cuando leo un buen libro -y un buen libro pudiera ser uno que con sus palabras toma caminos de mi propia vida, los reabre o los inaugura, o me descoloca de mi lugar que no era- me siento con una felicidad que sólo me da el amor, el sueño, la música, la carpintería, a veces escribir, y la ubicación del que se sabe extraviado en su aventura.Y un buen libro no tiene nada que ver en absoluto con la moda o la glorificación autorizada de los críticos ni demás reconocimientos.
Igual he leído versos encabronadamente poderosos, precisos, vivos, de poetas conocidos y/o desconocidos para luego escuchar casualmente una canción de Juanga o Mocedades donde hay un verso similar, donde hay una ruta parecida a una misma idea poética de los, así llamados, grandes poetas.
Y hablo de poesía pero igual me pasa en la narrativa. Igual puedo disfrutar y vivir una novela de Coetzee que impresionarme con un programa de televisión (ahí están The Sopranos, Lost, algunos capítulos de Grey). Y hasta algunos comerciales me gustan porque siento que su lenguaje es justo, necesario. Acabo de ver uno del agua Ciel donde pudiera ser un comercial del género fantástico. Los personajes se desdoblan cuando toman agua y el otro (¿el publicista qué tanto leyó a Borges?) que sale da la impresión de tener otro estado de ánimo. Le salen las ganas, dice el comercial.
Hace tiempo había un programa de comerciales. Muchos eran entretenidos porque contaban un historia completa. Minificciones. Y es una cosa sabrosa que te cuenten una historia completa. Y como dice Hemingway en uno de sus cuentos. El sabor es una de esas cosas que cada vez es más difícil de encontrar.
Todo esto es porque casi termino de leer la novela del poeta Michael Ondaatje, El paciente inglés, y estoy feliz y conmovido y me confieso un romántico desvergonzado y que creo que no tiene nada que pedirle esta novela de amor a, digamos, voy a exagerar porque estoy emocionado, El amor en los tiempos de cólera, por decir otra novela de amor que me gusta mucho, más quizá que Cien años de García Márquez.
Seguiré leyendo interesado en el final de la vida de los personajes de Ondaatje de la famosa novela llevada al cine, para después seguir con otra novela que del mismo autor conseguí gracias al apoyo de mi hermana que entiende que no importan las fronteras cuando, diría Don Juan Matus, el camino que recorremos tiene corazón.
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