jueves, 2 de julio de 2009

La mejor manera de ser inofesivo es poniéndome a escribir. Pero más poniéndome a leer. Me vuelvo un hombre que no riega el tepache cuando lee. Y no digo que eluda donde existe el riesgo de regarlo sino que hay estancias donde apenas un empujoncito y zas. Me siento contento de estar releyendo por enésima ocasión la sorprendente novela de Juan Rulfo. El fin de semana fui a dos librerías. Pero antes de llegar a la librerías tuve que llegar a México D.F., ciudad donde están esas librerías que visité. En ambas librerías estaban Los libros más vendidos. Ahí asomaba Pedro Páramo. Han pasado más de 50 años y la novela sigue atrapando lectores y relectores. Se ha dicho de todo sobre este diamante de murmullos, para decirlo de fea forma. Yo estoy cautivado una vez más con la prosa de Rulfo, con la prosa silenciosa que se me va deshilachando en palabras y en otros silencios cuando me pongo a leer y cuando dejo y pienso o digo que pienso o sueño o fantaseo.
Vale la pena estar vivo cuando uno encuentra cosas como un libro de ese calibre o también cuando uno platica con algún amigo, o estar en casa hablando y haciendo la comida con mi mujer mientras afuera la llovizna cayendo sobre las matas de los jitomates y la música de A. saliendo del chello como un murmullo luminoso, como pedazos de murmullos luminosos porque todavía no puede tocar una pieza completa, o ver a M. dormido en su cama, con la flauta dulce en la boca porque se quedó practicando hasta que le llegó el sueño (ya de rato despierta y se va sobre mí a aplicarme llaves de lucha libre). O la otra niña K.M. que dice que quiere la puerta de su cuarto pintada de negro y mientras ve revistas de muebles buscando una silla para que se la haga dice para sí, conociéndome cómo tardo en hacer un mueble –desde una tabla de picar hasta un closet-: la desilusión viene cuando hay una ilusión. Pura lógica, pienso, y pienso que me lo dice a mí, y me lo dice a mí.
Y entonces se me viene el día y la noche y me voy con mi libro de Rulfo al baño, al trabajo, a la azotea, al taller, a tomar el autobus, a la caminata rumbo a casa de mi hermano G. y el libro se me pierde, como todo lo que existe se me pierde, pero las voces de Rulfo me murmuran el sol en la flor del paraíso y el silencio que el viento pule en los nombres y esas historias donde pasamos fugaces y esperemos que también vivos en nuestro pasar.

No hay comentarios:

Imágenes desde el taller

www.flickr.com
Éste es un módulo Flickr que muestra fotos o videos públicos de Imágenes desde el taller. Crea tu propio módulo aquí.

Archivo del blog

FEEDJIT Live Traffic Feed