Huele a lluvia. Hoy viernes. Cae. Refresca este lugar. Temprano me levanté y me fui a correr, a sacudir las lonjas y recorrer las playas del río que comienza con los días de julio lluvioso a crecer hilo tras hilo. Para el aburrimiento y la inmovilidad de la oficina tengo buenos libros para leer y tengo la música que ahora suena y estas variaciones que escribo y que aparecen en el silencio del tedio de la oficina. Me siento, lo he descubierto, triste cuando termino de leer un libro. Quizá por eso no quiero terminar ninguno. Me demoro. Abandono la lectura. Pero ahora estoy en otra etapa de lector. Y estoy aprendiendo a leer de otra forma y en cualquier inclemencia. Hace un rato leía algo de Sam Shepard, un libro recién conseguido y que el primer cuento hizo que se me olvidara que estaba sentado esperando para declarar en el MP sobre un robo. Estaba ahí rodeado de burocracia y de gentes víctimas y de licenciadillos y oficinistas lagañosos y engominados. Casi tres horas. Y yo ahí, leyendo El gran sueño del paraíso, de ese magnífico escritor/músico/ actor/ dramaturgo/ esposo de Jesica Lange. Y me valía madres que se tardaran todo el día. Yo, como el título de otro de sus libros de relatos de Shepard, cruzaba el paraíso.
2 comentarios:
A veces lo mejor es perderse en un libro..
saludos
Casi siempre es lo mejor, sobre todo cuando trabajas en un lugar donde no te ponen a trabajar. Saludos.
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