Un corte de ópalo:
franjas de diferentes tonos de azul
y blancos cristales como escarcha pura;
al centro
otra naciente mancha azulada sobre la sal.
Mi hermana me regaló esa piedra,
dijo “algo sabrás hacer con ella”.
Tomé la piedra y la vi a contraluz,
irradiaba sus colores;
pensé que tenía el perfil de un pez de las grandes profundidades,
amorfo y en apariencia primitivo
y generaba en los abismos del océano
su luminosidad para vivir.
Luego la puse sobre la repisa de libros,
recargada en Cavafis, Hemignway, Rulfo,
poetas todos de diferente luz.
Otro día la volví a ver y pensé que parecía una célula.
Pasó el tiempo y alguien la movió de su lugar.
Ayer la encontré en una caja junto a otras cosas olvidadas.
Quise saber de dónde la había traído mi hermana.
Le pregunté por teléfono
y trató de recordar: ”creo que fue de Taxco”.
Nunca pienso en hacer un poema de los regalos que me hacen
ni de los regalos que ofrezco,
incluso no sé esta vez
si esto que estoy escribiendo
sobre este pedazo de ópalo que estaba olvidado
lo sea.
2 comentarios:
hola: es muy bonito lo ke escribes, pero voy a hacer una puntualización y es ke el mineral de la fotografía parece más bien una sección de ágata probablemente teñida de azul.
Un saludo
Grano de arena. Gracias por la aclaración de la piedrita. Yo confíe en lo que me dijeron. Ahora tendré que hacer una modificación al texto, pero sobre todo aprender un poco más sobre los hermosos minerales. Un saludo.
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