Hacía rato que no me emocionaba tanto una lectura. Estoy leyendo una novela de Murakami. Anoche me caía de sueño y aun así me puse a leer; descubrí de pronto, en un abrir y cerrar de ojos, que ya eran las cuatro de la mañana y que me había quedado dormido, con la luz encendida y el libro de Murakami en la mano. Dicen que Murakami es muy bueno. He leído un montón de reseñas sobre sus novelas. Pensé durante un tiempo que era más mercadotecnia que calidad. Ahorita no sé en qué vaya a terminar la novela y no puedo decir qué cosas me parecen buenas de Murakami, ni me interesa decirlo. Sus personajes están frescos en mi cabeza, como si fueran vecinos que hacen ruido pero no molestan, más bien son un rumor de la vida misma. Lo que sí sé es que este libro que traigo y leo en cualquier lado cuando tengo oportunidad es mi tanque de oxigeno, mi ventilador para estos sofocantes días de mierda.
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