martes, 10 de junio de 2008

Reflejos

Nunca he tenido ni obsesión ni cariño ni miedo por los espejos. La clásica referencia a los espejos es mencionar a Borges. Pero no tiene caso hacerlo aquí. Eso lo dejo para los blogs de los escritores que son cultísimos y leen un chingo. Espejos he visto muchos, eso sí, y casi en todos aparezco (ja). Y eso medio me aburre. Y cada vez que me he visto me veo extrañado. He visto espejos, por ejemplo: mi hermano G, tiene dos, uno en su lavabo y otro en el cuarto de las visitas, de esos de cuerpo entero. En mi casa hay creo otros dos. Uno en el cuarto de M. y otro en mi cuarto pero no es mío, es de mi esposa, aunque todo mundo sabe que cualquiera puede verse y no pasa nada sea de quien sea el espejo. Mi hermana tiene uno en su baño y otro a todo lo ancho de su tocador (como debe ser). En la carpintería hay uno grande, biselado, que le compré a mi esposa para ponerlo en la sala, pero todavía no le he hecho su marco. Acá donde duermo cuando no estoy en casa (y acá es El taller de Yerbabuena) no tengo espejos y no hay en el baño. Nunca me peino, nunca reviso mi cara, nunca reviso ante el espejo mi combinación de vestimenta o cómo se me ven los zapatos con determinado pantalón. He visto cuando la gente se lava los dientes frente al espejo. Sabe. No entiendo, como si no sintieran sus dientes cuando están siendo cepillados. Me gustan creo los espejos que sirven para ver lo que uno con el alcance de su mirada no puede ver, por ejemplo los espejos que usan en los talleres donde arreglan televisiones, o los que usan los polis para encontrar bombas debajo de los coches, o los espejos pequeñísimos de los dentistas. Incluso el espejo que usa el peluquero para mostrar al cliente la parte de la nuca recién peluqueada, me late. O los espejos que usábamos para reflejar el sol. Los otros no, los que se usan para ver nuestra carota de todos los días, no me atraen, no me asombran o si me veo en ellos yo veo otra cosa. El espejo retrovisor de mi coche, para seguir con eso de los espejos, lo quebró algún cabrón que no le caigo bien en el trabajo. De eso hará un par de años. Me han dicho que le ponga uno nuevo. En el espejo retrovisor quebrado se ven pedacitos del coche que viene detrás. O si quiero ver otro ángulo del tráfico, concentro mi vista en otro de los pedazos del espejo y listo, ahí se ve otra toma. Es un reflejo cubista. Y a mí el cubismo siempre me ha latido un buen. Debería de tomar fotos de las imágenes que en ese retrovisor se pueden disfrutar. (Pero igual ahora caigo en cuenta de que sí debo cambiar ese espejo reventado pues sí hace falta más atención al camino que al espejo). Llega a tal grado mi desinterés por verme en un espejo que esta semana me rasuré a puro tacto. Me dio flojera buscar o pedir prestado un espejo y revisar mi afeitada. Mi esposa me vio recién afeitado, le pedí que me diera un beso y cuando me vio los cachetes le dio risa y me jaló los pelos de la barba que no rasuré. Ayer me vi en un espejo y, aunque me sentía triste, en el espejo no vi esa tristeza. Después de verme me sentí mejor al saber que lo que veo por dentro por fuera ni reflejado en el espejo se llega a notar.

 



3 comentarios:

mar dijo...

i hate you!, tus fotos son fenomenales... se supone que yo deberia sacar buenas fotos y no, en la reparticion de cualidades te quedaste con las artísticas (hasta cantas bien) y yo solo me quede con lo físico... quihubo? mi autoestima anda bien. Solo quiero que sepas que sigo al pendiente de tus escritos y tus fotos.

sergio luna dijo...

Trompi, qué chido que todavía no te aburras de mis escritos, y que te gusten las fotos. Espero y tener más disciplina y menos pudor ante el ridículo cibernético para publicar más seguido. te mando un abrazo y te veo pronto.
tu hermano. Qué bien que andes contenta. Se agradece.

Bely-K dijo...

Uno pasa por tantos espejos y no se pone a pensar en ese enfoque que les das, es bueno poner a trabajar el seso en cosas tan cotidianas y asi dejar de perder el tiempo en lo que a veces parece tan importante. Se me ocurre que a mi me gustan los espejos, y me gusta verme en ellos, por eso me tomo fotos, es como verme en un espejo en un tiempo diferente. Me gusta lo que escribes. Pero no tanto como los espejos

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