M. tiene insomnio, me lo dice por teléfono. Anoche dice que vio una película aburrísima pero ni así le dio sueño. Le digo, ponte a leer algo de mi blog. Me responde: menso. Lo tomo como un cumplido. Pienso sin ninguna razón en un libro de un narrador méxicano que se llama, el libro, Revólver de ojos amarillos, que nada más he hojeado. Esos títulos no me gustan del todo. Son títulos para vender, o para desconcertar o para inquietar. Y a lo mejor lo logran. Si no no estaría hablando de ese título. Leí algo del libro en cuestión pero la neta no me pegó. Es sobre un bicho en un refrigerador. Demasiadas metáforas. Demasiada alegoría. Es decir, demasiada literatura. Empezando con el título. Y pa qué, estando el suelo tan parejo. Revólver de ojos amarillos, lo único a lo que me remite es a hepatitis. O a insomnio. Pero no al insomnio de M. porque ella no es una pistola ni tiene los ojos amarillos. O bueno sí es una pistola en la acepción de ser alguien muy capaz, sobretodo cuando nos cocina lasagna y ratatouille y una agua de horchata en esos fines de semana calurosos. Ojalá y M. se duerma pronto esta noche. Por mi parte, ahorita tengo más hambre que insomnio. De nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario