Vitral

Había pedazos de vidrio de varios colores, había una mesa larga de grandes patas, de uso rudo, repleta de herramientas, alambre, dibujos, recortes de periódico. Había una grabadora encima de unas cajas de madera y casets. Detrás de la puerta estaban colgados cinco o seis sombreros. Tomé el modelo Bob Dylan y me senté en la silla huichola, tejida con varas y listones. Sacaste un cigarro de marihuana. Te vi fumar. Detrás del humo, tus ojos negros, intensos, sonriendo. Apenas estábamos respirando de nosotros dos o tres días. Me acerqué. Ya habíamos estado aquí, ya habíamos tocado este espacio en otro tiempo. ¿Cantas o pongo música? Canté una que habla de un corazón que es como una flor y que una mañana al otro corazón se entregará. Más bien le canté. Sentí que la canción era nada más para ella, nueva. Nos dio risa y nos besamos. Entonces los pedazos de vidrio de varios colores sobre la mesa los pude ver, bajo el humo de sus besos pachecos, haciéndose una flor.