Me la paso (hoy) leyendo a Juan Rulfo, me la paso jugando ajedrez, donde cada vez, siento, regreso a mi nivel de concentración de cuando era un enfermo al juego (uy, si hasta crees), me la paso oyendo jazz, clásica, cumbias, bossa nova, me la paso masticando frases, garabateando hojas de máquina, me la paso tirándome pestañitas, me la paso hablando por teléfono, leyendo el periódico, revistas, blogs, correos, me la paso medio aburrido y medio tarareando tonadas que como las olas van y vienen. Me la paso pensando en el asunto de la escritura, en el asunto del silencio, me la paso con mi humor de perros, con mi diversión perversa, con mi fastidio, me la paso sosegándome, me la paso entretenido con lo que sea: un libro, un manual, unas hojas tiradas, me la paso ochos horas desde hace meses, en esta oficina, todos los días, donde ya no quieren que esté, desaparecido pero también bailando. Me la paso resistiendo desde la marginación laboral. Y espero. Y así me la paso tras las rejas de oropel de un salario fijo, hagas lo que hagas, y también lo contrario. Me la paso, yo aquí no me mando solo, como quieren que me la pase. Y entre las grietas me les escurro.
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