Me he dado cuenta de que caigo en cursilerías aquí en mi blog preferido (y que sale de mi alma). Así como algunas rolas de la más alta tradición del bolero la cursilería en mis post se asoma o más bien debo decir, se derrama. He querido corregirme pero ni yendo a talleres literarios ni ganando becas, ni leyendo poesía de vanguardia ni juntándome con filósofos. Pienso que siempre hay un cursi en la sopa. Para no ir más lejos, ayer casi aventaba a la hoguera una novela de Murakami, nomás por la cochina cursilería que no lo deja en paz. No lo hice. Reconocí por qué me chupaba la alegría esa cursilería de Murakami. Me sentí reflejado en su obra.He pensado abandonar mis esfuerzos inútiles en este blog pero ni modo de borrar la huella que van dejando mis pasos en este espacio virtual y floreciente. (Ni trabajo me costó el final.)
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