De lunes a viernes y de 9 am a 5 pm en la oficina, bajo la luz artificial de lámparas y muros y pisos y mingitorios remodelados, trabajo quitándome la escarcha de la inactividad. Estoy bajo las medidas laborales para un renegado. Llevo así meses. La novela de Sebald ayer me decía que el personaje también Sebald visita un nocturama en el zoológico de Amberes. Ve ahí a los animales en cautiverio que llevan una vida nocturna artificial para que los visitantes puedan observarlos en horas diurnas (la gente por supuesto se tienen que acostumbrar a “ver” en la penumbra de esa falsa noche) cómo los animales comen, se mueven, se aparean, como llevan su vida noctámbula conforme a su comportamiento natural según las circunstancias. Falsos horarios, falsos días, falsas maneras que tienen los jefes de ponerme a trabajar. Yo aquí adentro, camino, me alimento, me sacudo los copos de nieve, respiro este viernes a las casi cinco de la tarde. Sonrío y brindo por mi adaptabilidad al cautiverio. Nos vemos el lunes.
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