Alguien dice ya va a llover, luego tras un silencio de varios pasos hacia otro que escribe en computadora dice: aquel está bien pendejo/ ¿qué pasó?, suena un trueno, un trueno que parte la tarde y la música y el recorrido de cosas que traía en la mente. Escucho el abrir y el cerrar de una puerta. Una voz: es que son puertas de switcheo. Luego otro trueno y una ráfaga fresca y necesaria de aire entra hasta mi lugar. Vamos a aventarle esa vieja al Felipe/ ¿eh?/ No le oí ¿qué dijo?/ Pasa un camión en la carretera frenando con motor, pasa un minuto casi en absoluto silencio, luego regresa el rumor de las pláticas. El de la limpieza está mirando a ninguna parte mientras mastica su almuerzo frío, mientras consume tiempo/ así es Juanete, Juanete Juanete, intento seguir lo que las voces dicen entre otros ruidos, carrasperas, murmullos, la música que suena en mi computadora. Ya no hay a esta hora mucho que hacer, otra puerta de voces se abre, dicen: pinche Juan cuando andas chueco no quieres hablar falta que te den otro sartenazo en el hocico para que se te vuelva a enchuecar. Carcajadas. Pinche perro/ así las mujeres/ por abajo del tapete/¿cuál trae quemado pues Alberto?/ se ve negro para allá/ nomás se te quita lo chueco y empiezas a chingar. Huele a naranjas. Ay, cabrones/ teléfono: ¿dónde estás ahorita? ¿ya vas con él?/ ya empezó a llover: se soltó perroncilla el agua, dicen, suena que dicen a sí mismos, a su espejo que fulmina más relámpagos.
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