miércoles, 27 de abril de 2011

Hay un montón de lados por dónde llegar al corazón, a la mierda, al limbo, al tacto preciso de lo que sueño.

Hay un montón de música sin fin, dijo el músico ayer en el jardín, el que me decía sonriendo que era la tercera vez que tocaba el contrabajo. Él, baterista desde los 20 años de un grupo tropical y ahora de ir y venir a EU, sin trabajo, y su hermano le dijo échale ganas al tololoche y nos vamos a tocar, Dios socorre y más si nos ponemos a darle a la música, si nos vamos por ese camino. Asunción, me dijo se llamaba, y me senté en la misma banca y yo comía semillas y pensaba y sentía el frescor de la tarde y ahí el músico con su contrabajo acostado como un animal dormido, una foca de madera, o un ballenato –yo y mis imaginaciones, ¿o una canoa?- y le digo como que le dieron un llegue al contrabajo, acá abajo, y sí, traía una sumida el cuerpo de madera, y de ahí se suelta la plática, pero antes cuando me senté en ese lugar, el músico cantaba mientras no trabajaba y tenía buena voz, y me dijo de dónde eres y yo, cómo se llama su grupo, y de dónde aprendió música, nomás de ver, dijo, y no me acuerdo cómo se llama el grupo, sonrió, como diciéndome, o haciendo que yo pensara que las palabras en ciertas zonas de la vida no importan mucho, o importan nada, a lo que voy es que el músico, Don Asunción, sonreía y me decía de las canciones norteñas bonitas, de las que les piden en las cantinas, de los precios, de las dedicatorias, de su repertorio que humildemente llega a unas 200 canciones y él nomás con sus tres ensayos y tres presentaciones y el del acordeón y el de la guitarra diciéndole bríncate a La, bríncate a segunda de Sol, y él se ríe porque le dijeron, en unos dos meses ya te vas a acomodar y verás que bonito suena. El músico se levanta y me dice el nombre de las cuerdas y le rasca al tololoche, ahí sentado yo en el jardín y a un lado el músico diciéndome canciones, qué si conocía Claveles morados, es una de amor donde la canción le habla a la muchacha, a la novia, y le dice todo el cariño que siente el fulano por ella, bonita la letra, sin contradecirle nada a la mujer. O si conocía la del Cuervo y el escribano, y esa cómo va,

El cuervo con tantas plumas

no se pudo mantener,

el escribano con una

tuvo hasta novia y mujer.

Hace días, en una taquería estaba un señor ya grande, me dijo tóqueme el Pájaro prieto. Pos, qué pasó, dijo el músico y dije yo mientras el albur rondaba, ¿o no?. Pero pensó el músico, no me ha de estar albureando este señor y me puse a hacer memoria y que doy con la canción y le digo la que usted quiere no será ésta y que se la canto y que nos sale y el señor dice esa mera es, yo la escuchaba cuando tenía 12, 15 años, ahorita tengo 87 y no la había vuelto a escuchar. Nos dio 200 pesos. Le digo que esto de la música es bien noble, da pa aunque sea comer, qué más puede uno pedir si no hay trabajo.

Me tuve que ir pero antes estuvo dándome una lección de escalas según su modo de ver, y cantaba pedazos de corridos, de norteñas y yo apuntando los nombres de las canciones para buscarlas luego en youtube. Otro señor se acercó y nos dijo donde hay música uno siempre va porque la música junta a la gente. No sé si sabía ese músico que hay muchas formas, caminos para llegar a lo que sueño y en tanto decir que ocurren en un jardín, en una banca. Tan Tán.

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